Tensión
es lo que podemos y debemos encontrar en la esencia de cualquier obra de arte. Tensión intrínsecamente relacionada con la
propia realidad física que nos propone y a su vez, tensión como aquella impronta
que genera en nosotros que la estamos contemplando.
Lo peor que le puede ocurrir a
una obra es ser indiferente. Que no sea capaz de dejar ninguna huella en
nosotros, ya sea positiva ó negativa, simplemente que no nos interese. Ha de
lograr al menos tensionarte hasta el punto de
querer permanecer observándola, ya sólo sea por unos instantes, analizándola,
contemplándola, disfrutando en suma de la misma.
Cada uno de nosotros es
particular e independiente, y por tanto, nuestro gusto por las cosas debería
ser igual de singular. Sin embargo en la realidad, estamos condicionados por
infinidad de aspectos de la vida, que sin saberlo coartan nuestra propia
elección. Las modas, las tendencias, las críticas ajenas, la realidad cultural
y social, el entorno,… Para poder elegir es necesario previamente haber tenido
consciencia de las distintas posibilidades que se nos brindan.
La evolución de nuestro entorno
físico diario se evidencia en casi todos los aspectos de nuestra vida. Es
divertido mirar fotos de cuando éramos niños porque todo delata épocas pasadas,
peinados, ropa, mobiliario, decoración,…
Incluso hoy en día, la
arquitectura “moderna” ha conseguido ir poco a poco entrando en nuestro
universo. Sin embargo es curioso que la escultura, con el mismo bagaje que el
resto de las artes, para la amplia mayoría se relegue únicamente a poder disfrutarla
en museos y salas de arte. El entorno “doméstico” continúa siendo feudo de la
imaginería formada por los tradicionales mundos realistas. Seguramente uno de
los motivos principales sean los precios astronómicos que en muchos casos alcanzan
las obras contemporáneas.
Tensionarte quiere
abrir la posibilidad de adquirir esculturas actuales a precios competitivos,
que permitan por tanto a un amplio público, el poder disfrutarlas en un ámbito
particular. Esculturas que pretenden gustarte, y aunque puede que no lo
consigan, lo que en ningún caso les está permitido es que te sean indiferentes.
tensión en el arte
Es interesante el trabajo de la
profesora de historia del arte Claudia Solís, en relación a la tensión en una
obra de arte, cita que en la antigua Grecia, el filósofo Heráclito argumentaba
que la vida sólo era posible gracias a la lucha de contrarios; el árbol no
existiría sin una oposición entre la semilla y la tierra; ni tampoco el día, la
luz; si no fuese por la noche, la oscuridad. Este planteamiento lo extiende a
todas las disciplinas del pensamiento, incluido el desarrollo de las artes. La
tensión es, por lo tanto, el resultado del enfrentamiento entre dos fuerzas
opuestas; el desequilibrio, una vibración ó unas presencias de algo que “no
es”, engendrado por lo que “si es”.
Y señala que en el arte siempre
se plantea la tensión como una competencia entre la dirección de las líneas ó
formas y la relación de las mismas. La tensión existente entre varios elementos
formales ó lineales y el campo que los contiene (espacio), a través del cual
las figuras son atraídas, repulsadas ó aquietadas provocando la sugerencia del
movimiento ó desplazamiento.
Siempre, la tensión es una
sugerencia de fuerza que se evidencia en las direcciones de las formas, tienden
a dirigirse hacia aquellos lugares en que se acentúa su dirección, lo que hace
que las formas sean atraídas o repulsadas por las distintas zonas, en nuestro
caso, del espacio.
La tensión en un campo plástico
tiene magnitud y dirección, dependiendo éstas de las fuerzas de atracción que
exista entre dos formas y la dirección hacia la que se dirigen. Esta fuerza se
hace evidente no sólo allí donde la forma existe en su configuración visible,
sino en direcciones virtuales.
Respalda con su pensamiento
nuestras propias ideas, la tensión es generadora por si misma de la composición,
tanto de los propios elementos que conforman el objeto “construido” como de su
relación con el espacio que los envuelve. Es origen y es destino.
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